martes, 11 de diciembre de 2012

Una educación diferente

Hace poco un compañero publicó un poema de Gabriel Celaya donde compara de forma metafórica la educación con un barco al que hay que llevar a un puerto lejano. Me gustaría compartir con vosotros otro poema escrito por Loris Malaguzzi, fundador de las escuelas de Reggio, que define bastante bien la situación del niño con respecto a la educación más consevadora:

El niño
esta hecho de cien.
El niño tiene
cien lenguajes
cien manos
cien pensamientos
cien modos de pensar
de jugar, de hablar.
Cien, siempre cien
modos de escuchar
de maravillarse de amar
cien alegrías
para cantar y entender
cien modos
de descubrir
de inventar
cien modos
de soñar.
El niño tiene
cien lenguajes
y cientos más
pero le roban noventa y nueve.
La escuela y la cultura
separan la cabeza del cuerpo.
Le dicen al niño:
que piense sin manos
que trabaje sin cabeza
que escuche y no hable
que entienda sin alegría
que ame y se asombre
solo en Pascua y Navidad.
Le dicen al niño:
que descubra un mundo que ya existe
y de cien
le quitan noventa y nueve.
Le dicen al niño:
que el trabajo y el juego
la realidad y la fantasía
la ciencia y la imaginación
el cielo y la tierra
la razón y los sueños
son cosas
que no están unidas.

Le dicen, en resumen,
que el cien no existe.
Pero el niño exclama:
¡Qué va, el cien existe!

En la ciudad de Reggio Emilia, en el norte de Italia, apareció a principios de la década de los 60 un método innovador de educación preescolar. Conocido actualmente como el enfoque Reggio, este programa considera que los niños pequeños son curiosos intelectualmente, imaginativos y tienen un magnífico potencial. El plan de estudios está dirigido a los niños; los maestros enseñan sus lecciones según lo que dicten los intereses de los alumnos. El decorado de las clases es vital. Los profesores dividen las clases en áreas de juego y las llenan con mesas de trabajo y múltiples entornos donde los niños pueden interactuar, resolver problemas y aprender a comunicarse con eficacia.


Los colegios del Reggio dedican mucho tiempo al arte; creen que los niños aprenden múltiples lenguajes simbólicos a través de la pintura, la música, los títeres, el teatro y otras formas de arte, y que de este modo exploran sus habilidades en todas las formas en la que aprenden los seres humanos.

Los profesores  de Reggio organizan el año escolar alrededor de proyectos semanales a corto plazo, y proyectos anuales a largo plazo, en la que los alumnos hacen descubrimientos a partir de la variedad de perspectivas, aprenden a formular hipótesis, descubren como colaborar entre sí; y todo ello dentro del contexto de un plan de estudios que se parece mucho a un juego. Los profesores se consideran a sí mismos investigadores para los niños, les ayudan a explorar mas cosas de aquello que les interesa y creen que ellos también aprenden junto a ellos.

Los colegios Reggio han recibido considerables elogios y han ganado el premio LEGO y el premio Hans Cristian Andersen y un galardón de de la fundación Kohl. En la actualidad en todo el mundo hay escuelas que utilizan el método Reggio.


¿Qué pensáis? ¿Sería esta una buena forma de educar?

1 comentario:

  1. Muy interesante. Aquí hace un tiempo ya hubo gente que quiso desarrollar en la EF una corriente basada en "ambientes de aprendizaje". Si te interesa http://cprcalat.educa.aragon.es/jornadasef/Ambientes/ambientes.htm
    Yo pienso que todas las alternativas deben aportar algo valioso. Y lo más valiosos es tener un docente comprometido éticamente con la tarea de educar. Y viceversa: por muy chulo que sea el cole o el método, si el profe no quiere o no sabe, no se educa.

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